ADAGIO
Habíamos estudiado un silbido
para el más allá, una señal de reconocimiento.
Lo ensayo con la esperanza
de que todos estemos muertos sin saberlo.
Bajé, dándote el brazo, por lo menos un millón de escaleras,
y ahora que no estás hay un vacío en cada escalón.
Así y todo fue breve nuestro largo viaje.
El mío dura todavía. Ya no necesito
hacer combinaciones, reservas,
someterme a las trampas, a las humillaciones de quien cree
que la realidad es eso que se ve.
Bajé millones de escaleras dándote el brazo
no porque creyese que cuatro ojos pueden ver más.
Contigo las bajé porque sabía que de las nuestras
las únicas pupilas reales, pese a que estaban tan obnubiladas,
eran las tuyas.
2 comentarios:
Todo se debió a un mal clic que hasta ahora pude corregir, una disculpa amigos...
Muchos Abrazos!!!
Qué maravilla! Reflexivo, duro y tierno a la vez. Beso
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