La Llorona

La leyenda de La Llorona no es exclusiva de México. En toda América Latina hay quien asegura haberla visto o conocer a alguien que murió al hacerlo.

Desde la época de la Colonia se le bautizó como la llorona. Fue buen apoyo para el "toque de queda", la gente temía salir de su casa, más por encontrarla, que por los castigos impuestos por la ley a quien violara la hora permitida para deambular por las calles.

Cihuacóatl es la diosa que protege la raza. Es la madre buena que gritaba en las calles. Su grito se interpretó de acuerdo con los códices como el fin del imperio.

El grito lamenta el futuro. Anuncia con dolor el destino nefasto de sus hijos. Y por eso dice: ¡Ayyyyyyyyyy...... mis hijos!

Posteriormente, a la llegada de los españoles, los cronistas narran; “una mujer vestida de blanco, con cabellera larga y negra aparece por el sudeste de la capital, toma rumbo hacía el Oriente a través de calles y plazuelas, se detiene frente a las cruces, iglesias y cementerios para gritar; ¡Aaaaay. . . mis hijos!”. “El grito se repite toda la noche hasta la madrugada. Al final se detiene frente a la Catedral, allí vuelve a lamentarse, para después perderse nuevamente en la superficie del lago de Texcoco".

Hay especulaciones sobre el motivo de su lamento, no hay valiente capaz de preguntarle.

La leyenda prehispánica nos dice que es la madre tierra que sufre la fatalidad de sus retoños.

La leyenda colonial, que llora un engaño, la abandonó su amante español y ella en venganza mató a sus hijos, siendo condenada a buscarlos por las tenebrosidades.

Si en medio de la noche escuchas un grito lastimoso, hiriente, espeluznante y de agonía; puede ser la voz de Cihuacóatl que lamenta su destino nefasto. O puede ser la mestiza que llora a sus hijos muertos por su propia mano.

Síguela. Si tienes suerte verás la aparición de una mujer vestida de blanco con larga cabellera negra que flota vaporosa sobre la laguna...