Curandera de Almas...

Mi abuela me contaba que el alma la podíamos perder por un susto o por la maldad enviada por el enemigo…

Cuando se pierde el alma, la sombra es capturada por los guardianes de la tierra, de los ríos, del monte, por los seres del inframundo, o bien por los malos “aires”.

Las almas que se pierden se quedan en el sitio del susto o en el poder del “aire”.

Cuando alguien ha perdido el alma, se le va el apetito, siente debilidad y depresión, duerme mucho y en un sueño agitado.

En una ocasión ella tuvo un susto cerca de un cenote, de esos que existen en esta tierra de duendes; y como estaba embarazada, era muy peligroso que se le desprendiera la sombra (que está precisamente en la muñeca al lado del pulso). Le dio sueño, ganas de llorar y perdió el apetito.

Entonces llamaron a la curandera para que buscara la sombra.

La curandera tiró trece maíces en una jícara con agua y como ninguno flotó, fue a buscar la sombra al cenote. Hizo varias limpias, una cura con copal y preparó pollo y tamalitos que los parientes fueron a dejar a la orilla del cenote, para que el “aire” que había atrapado a la sombra, no les hiciera daño.

Pusieron flores y velas, rezaron y empujaron la sombra hacia una botella, y se la llevaron hasta su hamaca; ella bebió el agua con su sombra, y en su lugar quedó la ofrenda de pollo y tamales.

Para curar a la niña que llevaba en su vientre, “levantaron la sombra” con plátano guineo listones y estambres para dejárselos a los duendes, a los aires que agarraron la sombra de la niña, porque según nuestras creencias los bebés pierden el alma con más facilidad, por no habérseles cerrado todavía la “mollera”.

A los niños en general, los cuidamos mucho por esta causa, y diariamente los interrogamos acerca de lo que soñaron, para detectar si no recibió algún daño su alter ego animal…

Y tú has perdido alguna vez tu sombra, tu alma?

Todas las mañanas al levantarte, intenta recordar tus sueños, pues lo que vives en ellos son las experiencias del alma en el mundo sobrenatural.